La espera que ya termina

Domingo 3 de mayo, en la finquina

Hace poco hablé en una de mis entradas de "mis esperas". Explique dos de ellas: la próxima llegada de una amiga a la que no veo desde hace muchos años y el futuro nacimiento de Rebeca.

Entonces dejé en suspenso una explicación sobre mi tercera espera. Pero hoy, a un día de que finalice, voy a escribir sobre ella.

Hace diez meses, el corazón de mi padre quiso pararse. Después de pasar por todo lo de mi madre, me pareció entonces lo mas lógico que su corazón se resistiera a seguir latiendo. No hay corazón tan fuerte para superar una perdida así, sin llenarse de cicatrices y vacíos.


Hace diez meses nos dijeron que había una única salida: operar. Y desde entonces, estamos esperando que llegue el momento.


Una espera llena de sentimientos contradictorios. Nadie quiere pasar o que un ser querido pase por una operación de ese calibre. Pero al mismo tiempo, todos quisiéramos que nuestros seres cercanos tuvieran solución a sus enfermedades. Y la de mi padre la tiene, atraves de la cirugía.


No es una operación sencilla. Pero estoy segura de que todo va a salir bien. Estoy segura de que este viernes, mi padre saldrá del quirófano con su corazón como nuevo (si es que un corazón roto puede estar en ese estado otra vez...)


Las despedidas del ayer fueron muy emotivas. Quien no se emocionaría al darle un beso a sus nietas, sobrinos, etc, para ir a operarse a corazón abierto? Quien no tendría miedo? Yo lo tengo y voy a estar sentada en la sala de espera. Como tiene que estar él?


Pero no puedo dejar de pensar que todo va a salir bien. Que es una operación de riesgo, pero al mismo tiempo segura, porque se hace muchísimas veces y la inmensa mayoría con resultados mas que satisfactorios. También pienso, egoistamente, que ya hemos pasado mucho y que no puede ser que nos toque pasar mas...


Mañana será el día.


Dejare una vela encendida en mi blog.


Y firmaré un armisticio con mi Dios, para poder rogarle que todo salga bien. Espero que esta vez me escuche...